( Información obtenida en noticiasdelaciencia.com )
A través de unas cuantas intervenciones moleculares estratégicas, unos
investigadores han convertido un sistema inmunitario bacteriano natural
en una grabadora microscópica de datos bioquímicos, abriendo las puertas
hacia el desarrollo de una nueva clase de tecnologías que utilicen
células bacterianas para innumerables aplicaciones, desde el diagnóstico
de enfermedades a la vigilancia ambiental.
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Foto de una agrupación de E. Coli . Obte3nida en un post de BBC |
Para crear la "grabadora" el equipo de investigadores a cargo modificó una cepa ordinaria de laboratorio de Escherichia coli, una
bacteria presente de manera cotidiana en el intestino humano. La cepa
modificada fue capaz no solo de registrar sus interacciones con el
entorno sino también de marcar el momento en el que ocurría cada suceso. Esto fue posible debido a un mecanismo de defensa del sistema inmunitario presente en muchas especies de bacterias llamado CRISPR-Cas. Este mecanismo consiste en la copia de fragmentos del ADN presentes en virus invasores con tal de que las próximas generaciones de bacterias puedan defenderse de estos patógenos con mayor eficacia.Como resultado de ello, el locus CRISPR del genoma bacteriano acumula un
registro cronológico de los virus bacterianos ante los que él y sus
antepasados han sobrevivido.
Para utilizar este mecanismo a favor de las intenciones de los investigadores , se modificó un trozo de ADN llamado plásmido, proporcionándole la capacidad
de crear más copias de sí mismo en la célula bacteriana en respuesta a
una señal externa. Un plásmido registrador independiente, que controla
la grabadora y marca el tiempo, expresa componentes del sistema
CRISPR-Cas. En ausencia de una señal externa, solo el plásmido grabador
se halla activo, y la célula añade copias de una secuencia separadora a
un locus CRISPR en su genoma , en cambio , cuando la célula detecta una señal
externa, el otro plásmido también es activado, e inserta sus secuencias.
El resultado es una mezcla de secuencias que solo registran el paso del
tiempo y secuencias que cambian dependiendo del entorno de la célula.
Los investigadores pueden examinar después el locus CRISPR bacteriano y
utilizar herramientas informáticas para leer la grabación y su
cronología.
Los científicos estipulan que este mecanismo podría ser usado através de la ingestión de las bacterias modificadas por parte del paciente, proporcionando una percepción nunca antes conseguida de fenómenos que de otro modo serían inaccesibles.
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